Durante el pasado fin de semana, los más novatos de la asociación se embarcaban en lo que sería su primera experiencia en un torneo de debate académico, y qué mejor ocasión que hacerlo en un Torneo Interno.

En esta 3ª Edición del Torneo Interno ADUMA se ha debatido sobre si debería eliminarse la objeción de conciencia. Los 7 equipos compuestos en su gran mayoría por jóvenes universitarios que descubrieron qué es un debate hace poco más de un mes, han demostrado un gran nivel, pero sobre todo, han aprendido y disfrutado todos y cada uno de ellos muchísimo.

Comenzaba la andadura de los debatientes el viernes 25 de noviembre a las 16 horas en el Salón de Actos de la Facultad de Ciencias Económicas y Empresariales de la Universidad de Málaga. Allí, recibían las últimas instrucciones y se les explicaba cómo se procedería al sorteo de emparejamientos, siéndole asignado a cada uno de ellos un número al azar.

Tras esto, las cartas ya estaban echadas, y solo tocaba debatir. Tras un intenso viernes en el que hubo 3 rondas, no todo había terminado, quedaba la 4ª ronda de fase de grupos el sábado 26 por la mañana.

Y tras mucha emoción, nervios, oratoria, debate y, sobre todo, aprendizaje, los equipos regresaban al punto de partida, al Salón de Actos, para conocer los resultados de sus debates y ver qué 4 equipos habían sido los más capaces de defender sus ideas por encima de las de sus rivales y, en consecuencia, pasarían a semifinales.

En este punto es preciso poner en negro sobre blanco las palabras de Silvia Escaño, la presidente de ADUMA: «enhorabuena a todos los equipos, tanto a los que pasarán a las semifinales como a los que no, porque haber llegado hasta aquí ya tiene mucho mérito».

Así, se anunciaban los resultados, quedando enfrentados por un lado el equipo Nietzsche contra el equipo Julio César y, por otro lado, el equipo Sócrates contra el equipo Demóstenes.

Sería la última vez que se debatiría en las aulas porque el siguiente debate, la gran final, sería de nuevo en el Salón de Actos, donde a las 11:30, impacientes, estaban los debatientes de los equipos semifinalistas esperando unos resultados que tardaron en llegar debido a lo ajustados que habían sido y la compleja deliberación de los jueces.

A las 12 se anunciaban los finalistas: Nietzsche contra Sócrates. Más nervios, más tensión y, sobre todo, más oratoria. Se desarrolló una gran final que acabó muy ajustada, demostrándose una vez más en la extensa deliberación de los 7 jueces y en el resultado final: 4 a 3.